Viajando flotando, apareciendo de la nada, con todo o nada. Así son los sueños.

Aparecíame en una ocupa, con un montón de gente joven. Encontrábame en un grupo donde hallaba rostros que me eran familiares, mas eso no me impedía pasarla bien con ellos. Tenía dos vasos, uno de vino blanco con jugo y otro de ron con jugo o algún similar. En una pieza al frente mío, a unos 10 metros de distancia, un grupo integrado sólo por hembras me hicieron un gesto que me incitaba ir donde ellas y me acerqué, compartimos un rato. Había una que yo conocía, una presencia donde ya existían lazos; me miraba mucho, yo la miraba. Ella me excitaba. Compartimos un poco, y todos en la ocupa decidieron que ya era hora de irse, y me fui con ellos. Quedé en una pieza sirviéndome bebida y me atrasé respecto a la gente que se alejaba. Buscaba al grupo donde antes estuve, o a la chiquilla con la que compartí un rato, mas no veía a nadie. Era de noche, en la calle, estaba oscuro. Sólo oía voces... oí la voz de la chiquilla, y la seguí. En el camino me encontré con amigos que no conocía plenamente, y les dije que me siguieran. Así, fuimos a la casa de mi padre. Noté que se estaba dando lugar una fiesta familiar con sus padres y hermanos. Llamé a la puerta y nadie abrió. Abrí la puerta y fui a saludar a mi padre que estaba en la cocina preparando una ensalada verde. Me miró con sorpresa y un dejo de indiferencia, a la que yo respondí de la misma manera, así que subí las escaleras hacia el segundo piso. Allí vi a mi tío Vladimir, ya con su ojo derecho sano. Él me ha mirado también con un dejo de indiferencia y bajó las escaleras. Fui a la pieza de mi padre y allí de pie, al lado derecho de la cama, dando la espalda a esa ventana, estaban tres viejas. Eran parte de mi familia, de unos ochenta años cada una, muy cariñosas conmigo, y yo las he saludado cariñosamente. Saludé a mi Abuela Lidia con mucha atención, también saludé a mi abuelo con pequeño aprecio... y saludé a la señora que mayor edad poseía en esa casa, una abuela postrada en la cama de mi padre, la cual no recordaba... o al menos no ahora. La saludé, y bajé las escaleras.

Fuimos con mis amigos conocidos en un auto a otra casa, era de noche, oscuro, fuimos a otra casa. Una casa de dos pisos, antigua, mal conservada, que daba un ambiente fúnebre y patibulario... pero de algún modo agradable. Había mucha gente en ella, conversando, tomando ron, o cerveza, o vino. Estaba oscuro, y por dentro sólo las velas iluminaban las habitaciones. Las salas de estar eran alimentadas sólo por la luz de la luna. Era todo bello, tenebroso y cálido. Entramos con mis amigos conocidos, y me encontré con amigos cercanos, de por aquí del barrio. Me encontré con C1, y la saludé. Compartimos un rato con mis amigos en el patio de la casa lúgrubre, cerca del auto donde llegamos, el cual empezó a descomponerse. Yo temí, temí por mí o quizás por todo, y huí hacia dentro de la casa. Quise huir hacia una habitación, y cuando quise entrar en ella, las velas que iluminaban su interior se apagaron. Temí aún más, y fui hacia la sala de estar, donde ahora habían menos personas, pero de todas formas habían. Llegó C1 a mi lado, ella tomó mi mano y quiso que entráramos a la habitación donde yo recién habia intentado ingresar. Yo no quería, yo temía. Ella no, y tomando mi mano, entramos a la habitación. Ella iba al frente, y bajamos una estrecha escalera de madera, tenía una curva cerrada hacia la derecha. Mientras bajábamos, de pronto los colores empezaron a aclararse, y seguimos hacia el final de la escalera, la cual terminaba saliendo de la casa, a unos dos metros de altura respecto al suelo. Yo me sentía incómodo allí, quería salir. Gonzalo estaba ahí riendo, con C1, y otro conocido, pero yo quería salir de allí. Con esfuerzo, pasé por entre unas maderas y metales erguidos, y volví hacia la sala de estar, pero ya la fiesta había terminado. No había nadie y sólo había silencio. Un silencio oscuro, solitario.

No quise estar solo, y C1 me llamó a mi celular. Me dijo que estaban en la plaza del londres con unos amigos, así que fui para allá. La plaza del londres era una esquina, al lado de un reloj muy similar al big ben, con la diferencia que éste medía sólo unos 3 metros de altura. Y allí nos quedamos, sentados, bebiendo, riendo. Repentinamente, el entorno transformábase en una playa muy peculiar. Estábamos sentados en arena, cerca de la orilla de un precipicio. El precipicio tenía unos veinte metros de profundidad, profundidad que ocupaba con autoridad un mar poderosísimo, con olas de casi dieciocho metros de altura, las cuales eran frenadas por la barrera de tierra y arena del precipicio. Nosotros estábamos arriba, así es que no nos mojábamos ni nada nos pasaba, pero yo temía. El mar era poderosísimo, era tormentoso, de un verde azulado oscuro, con constantes olas gigantescas... yo temía. Una ola gigante se ha formado y choca con fuerza muy cerca de nosotros, y el agua nos alcanza. Yo me quise ir, y todos me siguieron. Ches, Ni, C1, entre otros amigos conocidos, me siguieron. Ellos también se han incomodado en ese lugar tan voluble y peligroso. Y mientras caminábamos, me acerqué hacia C1, y le tomé la mano. Caminábamos por entre unas casas antiguas, de madera y concreto, otras de adobe, y las calles eran alumbradas por velas, grandes y pequeñas. Era oscuro, pero alegre. Era cálido. Yo sujetaba la mano de ella, y me dijo algo. Me dijo que yo le gusté mucho, pero que estaba con alguien. Yo le dije que quería decirle algo, tenía que decirle algo importante. Yo quería acercarme a ella y decírselo de forma sutil y con dejos de fuerte intensidad. Empezaron a aparecer más personas, y mayor ruido ambiental. Quería acercarme y decirle que ella me gustaba mucho, que estaba loco

por ella. Estaba decidido, así es que la puse en un rincón, en la pared de una casa antigua. Y cuando iba a decirle mis pasiones... ya no era C1. Era C2, con un gesto algo impaciente. Ella me dijo: "Ya poh, dilo luego de una vez". Pero ya no era C1... y no quise decirle nada. No quise decirle nada, C1 había desaparecido.