
Un mundo plástico, lleno de medias verdades, con pocas tierras fértiles y donde la sinceridad está prácticamente en extinción. No culpo a nadie, a simple vista esta tierra amenazante plagada en guerras y odio te hace propenso a la desconfianza y a ocultarnos tras las palabras. La comunicación verdadera podré encontrarla cuando exista un canal fluido y sin resistencia entre mi personalidad física y mi esencia... y aparecen miedos. Miedo a ser diferente, miedo a la no aceptación social; un miedo tan famoso y contado que yo, de manera ingenua, he llegado a creer, incluso a internalizar. He hallado el esplendor?, aún no lo siento cerca. Mientras no supere la barrera material y le de importancia a los actos superfluos, invadirá siempre el tormento y sus inseguridades. Estoy en batalla conmigo, pero no es esa batalla ensangrentada, falaz y llena de muerte como las de las historias contadas. Es esa batalla enriquecedora, esa lucha que se libra cuando ya no te conformas con la respuesta aceptada, ese cuestionamiento que nace de lo etéreo y absorbe en plenitud los afanes del intento de descubrir, tratando de completar el puzzle pieza a pieza, paso a paso. El camino que se inicia en el momento en que ya no te conformas con lo masivamente inculcado y se quiere llegar más allá del pensamiento.
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